sábado, 22 de enero de 2011

LA IMPROVISACIÓN (sección 433)

Cómo hablar en público, técnicas de oratoria, son frases muy jugosas que muchos buscan, más allá de lo que escribieron griegos y romanos, ahora estamos en el siglo 21 y las técnicas de oratoria han cambiado, no solo eso, los humanos nos hemos hecho más cómodos, hace 500 años cualquier persona se conformaba con un libro tipo Sócrates, escrito con palabras muy rebuscadas y un texto difícil de comprender.

Ahora este tipo de libros se pudren en las bibliotecas más viejas del mundo y solo es usado por estudiantes de psicología que son obligados a leer este tipo de libros. Pero cualquier persona normal y corriente jamás acudirá a un libro así para aprender. Nos gustan las cosas sencillas, bien hechas y de hecho este es el secreto de la evolución, cada vez nos hemos esforzado más para hacer las cosas más fáciles.

En el arte de la oratoria es imprescindible aprender la técnica oratoria de improvisar.

La improvisación

Es el pan nuestro de cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos improvisando. Cuando saludamos a alguien, hacemos un pedido o damos una opinión; no decimos el mensaje de memoria ni lo leemos, sino simplemente lo dejamos aflorar libremente; entonces, estamos improvisando.

En términos generales, IMPROVISAR, es un término que implica una falta de organización, imprevisión y decisión impulsiva; en oratoria tiene un significado especial, improvisar un discurso significa hablar libremente y con soltura, inventando las frases sobre la marcha. Es decir, implica una expresión espontánea, pero inmediatamente ordenada.

Por lo tanto la improvisación no es como creen algunos “hablar por hablar”, es decir cuando no se conoce el tema o se quiere salir del paso, –al contrario- es cuando habiendo preparado bien el tema, lo exponemos como si se gestara en ese momento, utilizando nuestras propias palabras, nuestro propio estilo, allí mismo, delante del público.

Es una exposición original, viva, utilizando las ideas que se van presentando durante el desarrollo del discurso.

Es pensar y hablar de pie. El público no quiere escuchar lo que nosotros hemos leído en un libro tal como ha sido redactado. El público quiere saber cual es nuestra opinión con relación al tema, cual es nuestro aporte.

Se puede consultar cualquier tipo de información, luego viene un proceso de análisis, que da como resultado un producto -la propuesta que queremos presentar-. Por eso decimos que la improvisación tiene que pasar por un proceso de digestión, de maduración, antes de ser presentada.

1. Requisitos para una buena improvisación:

Tres recomendaciones esenciales:

a) Tener un buen conocimiento del tema:

Para improvisar hay que estar preparado. No se puede hablar de lo que no se conoce, es preciso referirse a una cosa, sea intelectual o afectivamente.

Hablamos de lo que pensamos, creemos, sabemos o nos interesa.

b) No salirse del tema:

Ciertos oradores gustan decir “lo que les pasa por la cabeza” saliéndose del tema que están exponiendo, para luego escucharles decir: “¿De qué estábamos hablando?” “¿Dónde nos habíamos quedado?”, etc.

Jean Guitton nos ha dejado una regla de oro para evitar salirse del tema: “Digo lo que voy a decir, lo digo, y digo que lo he dicho”, es decir; la introducción, cuerpo y conclusión del discurso.

El título del tema debe reflejarse en todo el desarrollo de la exposición, en caso contrario nos hemos equivocado al elegir el título.

c) Liberarse físicamente:

El estar sueltos, libres y entusiastas, ayuda en la improvisación.

Es necesario cultivar los ejercicios básicos de relajación, respiración y una actitud mental positiva.

d) Póngale buen humor a su exposición.

2. ¿Cómo sazonar la improvisación?

Para sazonar la improvisación hay que utilizar ejemplos e ilustraciones, alguna experiencia personal, una lectura reciente, una anécdota, pensamientos, refranes, etc., relacionados con el tema.

Conocer de memoria ciertas cifras, algunos acontecimientos, algunas citas; en algunas ocasiones, el comienzo y el final del discurso; leer los textos delicados. Improvisar el resto del tiempo, y en todos los casos, respirar, tomarse unos momentos de silencio, gesticular, mirar al auditorio.

Este mecanismo ofrece total seguridad cuando ha sido pulido, de modo que hablar en público puede convertirse en una diversión que le dará gratas satisfacciones.

3. Elementos de apoyo en la improvisación:

Si ustedes creen que es necesario para sus exposiciones, una pizarra, un papelógrafo, un proyector de transparencias o un proyector multimedia, no duden en utilizarlo. Todo aquello que ayude a la presentación debe utilizarse: mapas, gráficos, cuadros estadísticos, flujogramas, entre otros. Lo visual facilita la captación y evita que los ojos del público se concentren solamente en el expositor.

Se expresivo con tu lenguaje no verbal

Esto es necesario solo si estás hablando en público, si estás con un amigo no tiene sentido que empieces a gesticular sobre-exageradamente y moverte mucho, ya que la persona que está delante tuyo se asustará. Pero cuando estás hablando en una sala o delante de un grupo de personas tienes que ser el centro de atención, es como si fueras una televisión. Conforme más contundente te muevas y con más elegancia más atraerás a la gente, de lo contrario serás una peli aburrida que no quiere ver nadie.

Pero tampoco te pases, sino terminarás siendo ese “tío friki que parece que se haya esnifado un kilo de cocaína”. Simplemente se expresivo, debes transmitir con tu lenguaje corporal, mover las manos al hablar, adoptar una postura tranquila, pero debes aprender a convertir tu cuerpo en un receptor de tus pensamientos y emociones. ¿Cómo lo vas a hacer?

Con práctica, por mucho que leas no vas a llegar y comerte el mundo de la oratoria, en la oratoria, más que nada, o practicas o no vas a hacer absolutamente nada y lo ideal es que en base a la experiencia perfiles tu propia técnica de oratoria y la vayas mejorando.

LA IMPROVISACIÓN (sección 432)

Cómo hablar en público, técnicas de oratoria, son frases muy jugosas que muchos buscan, más allá de lo que escribieron griegos y romanos, ahora estamos en el siglo 21 y las técnicas de oratoria han cambiado, no solo eso, los humanos nos hemos hecho más cómodos, hace 500 años cualquier persona se conformaba con un libro tipo Sócrates, escrito con palabras muy rebuscadas y un texto difícil de comprender.

Ahora este tipo de libros se pudren en las bibliotecas más viejas del mundo y solo es usado por estudiantes de psicología que son obligados a leer este tipo de libros. Pero cualquier persona normal y corriente jamás acudirá a un libro así para aprender. Nos gustan las cosas sencillas, bien hechas y de hecho este es el secreto de la evolución, cada vez nos hemos esforzado más para hacer las cosas más fáciles.

En el arte de la oratoria es imprescindible aprender la técnica oratoria de improvisar.

La improvisación

Es el pan nuestro de cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos improvisando. Cuando saludamos a alguien, hacemos un pedido o damos una opinión; no decimos el mensaje de memoria ni lo leemos, sino simplemente lo dejamos aflorar libremente; entonces, estamos improvisando.

En términos generales, IMPROVISAR, es un término que implica una falta de organización, imprevisión y decisión impulsiva; en oratoria tiene un significado especial, improvisar un discurso significa hablar libremente y con soltura, inventando las frases sobre la marcha. Es decir, implica una expresión espontánea, pero inmediatamente ordenada.

Por lo tanto la improvisación no es como creen algunos “hablar por hablar”, es decir cuando no se conoce el tema o se quiere salir del paso, –al contrario- es cuando habiendo preparado bien el tema, lo exponemos como si se gestara en ese momento, utilizando nuestras propias palabras, nuestro propio estilo, allí mismo, delante del público.

Es una exposición original, viva, utilizando las ideas que se van presentando durante el desarrollo del discurso.

Es pensar y hablar de pie. El público no quiere escuchar lo que nosotros hemos leído en un libro tal como ha sido redactado. El público quiere saber cual es nuestra opinión con relación al tema, cual es nuestro aporte.

Se puede consultar cualquier tipo de información, luego viene un proceso de análisis, que da como resultado un producto -la propuesta que queremos presentar-. Por eso decimos que la improvisación tiene que pasar por un proceso de digestión, de maduración, antes de ser presentada.

1. Requisitos para una buena improvisación:

Tres recomendaciones esenciales:

a) Tener un buen conocimiento del tema:

Para improvisar hay que estar preparado. No se puede hablar de lo que no se conoce, es preciso referirse a una cosa, sea intelectual o afectivamente.

Hablamos de lo que pensamos, creemos, sabemos o nos interesa.

b) No salirse del tema:

Ciertos oradores gustan decir “lo que les pasa por la cabeza” saliéndose del tema que están exponiendo, para luego escucharles decir: “¿De qué estábamos hablando?” “¿Dónde nos habíamos quedado?”, etc.

Jean Guitton nos ha dejado una regla de oro para evitar salirse del tema: “Digo lo que voy a decir, lo digo, y digo que lo he dicho”, es decir; la introducción, cuerpo y conclusión del discurso.

El título del tema debe reflejarse en todo el desarrollo de la exposición, en caso contrario nos hemos equivocado al elegir el título.

c) Liberarse físicamente:

El estar sueltos, libres y entusiastas, ayuda en la improvisación.

Es necesario cultivar los ejercicios básicos de relajación, respiración y una actitud mental positiva.

d) Póngale buen humor a su exposición.

2. ¿Cómo sazonar la improvisación?

Para sazonar la improvisación hay que utilizar ejemplos e ilustraciones, alguna experiencia personal, una lectura reciente, una anécdota, pensamientos, refranes, etc., relacionados con el tema.

Conocer de memoria ciertas cifras, algunos acontecimientos, algunas citas; en algunas ocasiones, el comienzo y el final del discurso; leer los textos delicados. Improvisar el resto del tiempo, y en todos los casos, respirar, tomarse unos momentos de silencio, gesticular, mirar al auditorio.

Este mecanismo ofrece total seguridad cuando ha sido pulido, de modo que hablar en público puede convertirse en una diversión que le dará gratas satisfacciones.

3. Elementos de apoyo en la improvisación:

Si ustedes creen que es necesario para sus exposiciones, una pizarra, un papelógrafo, un proyector de transparencias o un proyector multimedia, no duden en utilizarlo. Todo aquello que ayude a la presentación debe utilizarse: mapas, gráficos, cuadros estadísticos, flujogramas, entre otros. Lo visual facilita la captación y evita que los ojos del público se concentren solamente en el expositor.

Se expresivo con tu lenguaje no verbal

Esto es necesario solo si estás hablando en público, si estás con un amigo no tiene sentido que empieces a gesticular sobre-exageradamente y moverte mucho, ya que la persona que está delante tuyo se asustará. Pero cuando estás hablando en una sala o delante de un grupo de personas tienes que ser el centro de atención, es como si fueras una televisión. Conforme más contundente te muevas y con más elegancia más atraerás a la gente, de lo contrario serás una peli aburrida que no quiere ver nadie.

Pero tampoco te pases, sino terminarás siendo ese “tío friki que parece que se haya esnifado un kilo de cocaína”. Simplemente se expresivo, debes transmitir con tu lenguaje corporal, mover las manos al hablar, adoptar una postura tranquila, pero debes aprender a convertir tu cuerpo en un receptor de tus pensamientos y emociones. ¿Cómo lo vas a hacer?

Con práctica, por mucho que leas no vas a llegar y comerte el mundo de la oratoria, en la oratoria, más que nada, o practicas o no vas a hacer absolutamente nada y lo ideal es que en base a la experiencia perfiles tu propia técnica de oratoria y la vayas mejorando.

LA IMPROVISACIÓN (sección 122)

Cómo hablar en público, técnicas de oratoria, son frases muy jugosas que muchos buscan, más allá de lo que escribieron griegos y romanos, ahora estamos en el siglo 21 y las técnicas de oratoria han cambiado, no solo eso, los humanos nos hemos hecho más cómodos, hace 500 años cualquier persona se conformaba con un libro tipo Sócrates, escrito con palabras muy rebuscadas y un texto difícil de comprender.

Ahora este tipo de libros se pudren en las bibliotecas más viejas del mundo y solo es usado por estudiantes de psicología que son obligados a leer este tipo de libros. Pero cualquier persona normal y corriente jamás acudirá a un libro así para aprender. Nos gustan las cosas sencillas, bien hechas y de hecho este es el secreto de la evolución, cada vez nos hemos esforzado más para hacer las cosas más fáciles.

En el arte de la oratoria es imprescindible aprender la técnica oratoria de improvisar.

La improvisación

Es el pan nuestro de cada día, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos improvisando. Cuando saludamos a alguien, hacemos un pedido o damos una opinión; no decimos el mensaje de memoria ni lo leemos, sino simplemente lo dejamos aflorar libremente; entonces, estamos improvisando.

En términos generales, IMPROVISAR, es un término que implica una falta de organización, imprevisión y decisión impulsiva; en oratoria tiene un significado especial, improvisar un discurso significa hablar libremente y con soltura, inventando las frases sobre la marcha. Es decir, implica una expresión espontánea, pero inmediatamente ordenada.

Por lo tanto la improvisación no es como creen algunos “hablar por hablar”, es decir cuando no se conoce el tema o se quiere salir del paso, –al contrario- es cuando habiendo preparado bien el tema, lo exponemos como si se gestara en ese momento, utilizando nuestras propias palabras, nuestro propio estilo, allí mismo, delante del público.

Es una exposición original, viva, utilizando las ideas que se van presentando durante el desarrollo del discurso.

Es pensar y hablar de pie. El público no quiere escuchar lo que nosotros hemos leído en un libro tal como ha sido redactado. El público quiere saber cual es nuestra opinión con relación al tema, cual es nuestro aporte.

Se puede consultar cualquier tipo de información, luego viene un proceso de análisis, que da como resultado un producto -la propuesta que queremos presentar-. Por eso decimos que la improvisación tiene que pasar por un proceso de digestión, de maduración, antes de ser presentada.

1. Requisitos para una buena improvisación:

Tres recomendaciones esenciales:

a) Tener un buen conocimiento del tema:

Para improvisar hay que estar preparado. No se puede hablar de lo que no se conoce, es preciso referirse a una cosa, sea intelectual o afectivamente.

Hablamos de lo que pensamos, creemos, sabemos o nos interesa.

b) No salirse del tema:

Ciertos oradores gustan decir “lo que les pasa por la cabeza” saliéndose del tema que están exponiendo, para luego escucharles decir: “¿De qué estábamos hablando?” “¿Dónde nos habíamos quedado?”, etc.

Jean Guitton nos ha dejado una regla de oro para evitar salirse del tema: “Digo lo que voy a decir, lo digo, y digo que lo he dicho”, es decir; la introducción, cuerpo y conclusión del discurso.

El título del tema debe reflejarse en todo el desarrollo de la exposición, en caso contrario nos hemos equivocado al elegir el título.

c) Liberarse físicamente:

El estar sueltos, libres y entusiastas, ayuda en la improvisación.

Es necesario cultivar los ejercicios básicos de relajación, respiración y una actitud mental positiva.

d) Póngale buen humor a su exposición.

2. ¿Cómo sazonar la improvisación?

Para sazonar la improvisación hay que utilizar ejemplos e ilustraciones, alguna experiencia personal, una lectura reciente, una anécdota, pensamientos, refranes, etc., relacionados con el tema.

Conocer de memoria ciertas cifras, algunos acontecimientos, algunas citas; en algunas ocasiones, el comienzo y el final del discurso; leer los textos delicados. Improvisar el resto del tiempo, y en todos los casos, respirar, tomarse unos momentos de silencio, gesticular, mirar al auditorio.

Este mecanismo ofrece total seguridad cuando ha sido pulido, de modo que hablar en público puede convertirse en una diversión que le dará gratas satisfacciones.

3. Elementos de apoyo en la improvisación:

Si ustedes creen que es necesario para sus exposiciones, una pizarra, un papelógrafo, un proyector de transparencias o un proyector multimedia, no duden en utilizarlo. Todo aquello que ayude a la presentación debe utilizarse: mapas, gráficos, cuadros estadísticos, flujogramas, entre otros. Lo visual facilita la captación y evita que los ojos del público se concentren solamente en el expositor.

Se expresivo con tu lenguaje no verbal

Esto es necesario solo si estás hablando en público, si estás con un amigo no tiene sentido que empieces a gesticular sobre-exageradamente y moverte mucho, ya que la persona que está delante tuyo se asustará. Pero cuando estás hablando en una sala o delante de un grupo de personas tienes que ser el centro de atención, es como si fueras una televisión. Conforme más contundente te muevas y con más elegancia más atraerás a la gente, de lo contrario serás una peli aburrida que no quiere ver nadie.

Pero tampoco te pases, sino terminarás siendo ese “tío friki que parece que se haya esnifado un kilo de cocaína”. Simplemente se expresivo, debes transmitir con tu lenguaje corporal, mover las manos al hablar, adoptar una postura tranquila, pero debes aprender a convertir tu cuerpo en un receptor de tus pensamientos y emociones. ¿Cómo lo vas a hacer?

Con práctica, por mucho que leas no vas a llegar y comerte el mundo de la oratoria, en la oratoria, más que nada, o practicas o no vas a hacer absolutamente nada y lo ideal es que en base a la experiencia perfiles tu propia técnica de oratoria y la vayas mejorando.

viernes, 19 de noviembre de 2010

“EL ORADOR Y SUS CUALIDADES” SECCION 433

EL ORADOR Y SUS CUALIDADES

En este tema el autor nos habla que todos los hombres tenemos en mayor o menor grado la facultad de persuadir, y sin embargo, no todos somos elocuentes. Se llama elocuente a la persona que al hablar tiene la facultad de deleitar y persuadir usando la palabra elegante, eficaz y persuasiva. Indudablemente hay personas que nacieron con el don, pero no lograron desarrollarlo porque les faltó cultivar esa cualidad al estudiar las reglas de oratoria. No es un buen orador el que teniendo dotes naturales maravillosas no sabe aplicar las reglas de oratoria, son buenas esas dotes pero perfeccionadas con el estudio de la retórica son mejores.

Un buen orador es el hombre naturalmente elocuente que ha perfeccionado esas dotes con el estudio y el ejercicio. Es conveniente tratar acerca de las cualidades que son útiles y necesarias en el desempeño de tan privilegiada actividad.

Las palabras bien pronunciadas, el gesto metódicamente estudiado, el ademán perfectamente calculado, la entonación, las pausas y la dicción rítmicamente balanceadas causan mejor impresión que las palabras balbuceadas las poses desaliñadas y una voz sin ritmo y sin gracia.

Una regla muy valiosa para practicar la oratoria, es pronunciar un trozo literario compuesto por uno mismo. También es muy práctico proponerse un plan sencillo acerca de un tema; se divide en tres puntos o más, se desarrolla cada uno de ellos y se unen del otro, para concluir con una proposición que ha de ser la tesis del discurso; este trabajo es parecido al de la investigación.

La investigación consiste en aplicar la inteligencia a la compresión de una exacta realidad, penetrando y arrancando su secreto. El tema escogido distribuido en puntos se plantea en un esquema para que su concreción sea más fácil, y al mismo tiempo ver que el segundo punto en consecuencia del primero y ala vez el tercero dimane del segundo, para que al final la conclusión sea el resultado lógico de los puntos anteriores.

ACTITUDES DEL ORADOR

Todo esto a que el orador ha de adoptar ciertas actitudes que le son necesarias para cumplir con su función social se debe ejercer en bien de la comunidad.

El orador, por simple hecho de pronunciar un discurso en el que desarrolla un tema, está ejerciendo la nobilísima profesión de instruir. La función social de todo comunicador docente es instruir pronunciando discursos didácticos. El verdadero orador se dirige a un auditorio heterogéneo, no solo a un grupo de personas que pertenecen a un mismo nivel, sino que está capacitado para hablar a un grupo complejo de perosnas de distinta índole; hombres, mujeres, jóvenes, estudiantes, obreros, empleados, profesionales, ricos, pobres, políticos, burgueses, burócratas o aristócratas. Un orador que escogiera su público o su auditorio no sería un auténtico orador.

CUALIDADES MORALES

De las cualidades que mejor cuadran al orador, está la probidad. Hombre probo no solo el que goza buena fama, sino que además no tiene maldad de que lo acusen es un hombre íntegro. Marco Fabio Quintilliano en su obra Instituciones Oratorias sienta como base de la oratoria formar al hombre probo y hacerlo diestro en el arte de hablar.

El orador debe proceder, por consiguiente, con la verdad para no defraudar a su auditorio, ya que la primera virtud del orador es veraz. Si la pieza oratoria trata un tema científico, debe prevalecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón debe enaltecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón, debe enaltecer la virtud de la que debe tener claros conceptos.

Dadas las circunstancias actuales en que se encuentra el mundo, cualquiera pensaría que nadie tiene deseos de ser bueno, y no es así, en medio de sus flaquezas humanas. Si el orador se acomoda al auditorio cosecha muy buenos resultados; para contrarrestar al vicio. La virtud no es innata, se adquiere mediante el ejercicio serio y duradero de acciones buenas. La virtud es permanente, pero si se le frena, entonces se corre el riesgo de caer en lo opuesto, el vicio. Las virtudes se dividen en dos clases: Virtudes del entendimiento y Virtudes de la voluntad.

VIRTUDES DEL ENTENDIMIENTO O DIANETICAS

Perfeccionan al hombre en relación con el conocimiento de la verdad. Respecto a la verdad especulativa las virtudes del entendimiento son: la inteligencia o habilidad para juzgar; la sabiduría o capacidad para alcanzar hasta los últimos fundamentos de la verdad.

VIRTUDES DE LA VOLUNTAD

Entre éstas se destaca la prudencia, que en la disposición y el ánimo resuelto con que se debe de actuar para resolver con rectitud los casos más difíciles. Las virtudes intelectuales por si solas, no hacen al hombre moralmente bueno, a excepción de la prudencia.

La esencia de las virtudes morales de la voluntad consiste en una disposición permanente y firme de la voluntad para seguir lo que la razón le presente como justo. La virtud en sentido estricto confiere al hombre bondad moral y perfección. Las virtudes de la voluntad están íntimamente entrelazadas entre sí y forman un conjunto cerrado. La virtud no significa carencia de pasiones, pues éstas no le son contrarias si la prudencia las mantiene dentro de los límites pertinentes y las coloca en un lugar justo.

CUALIDADES INTELECTUALES

El orador ha de poseer una inteligencia clara y penetrante para ahondar en los asuntos trascendentales; su agudeza de ingenio le permite ver en visión panorámica todos los aspectos de un tema para poder desarrollarlos en toda su amplitud para que cuantas veces se le solicite la aclaración de una duda pueda hacerlo con erudición y clarividencia. Ayuda mucho al orador tener imaginación para encarar con imágenes sensibles ideas totalmente abstractas; es pintar con pinceladas magistrales conceptos espirituales propio de un maestro, lo cual no es fácil, pues requiere una destreza intelectual extraordinaria, capacidad de retención para recordad todos los datos que son necesarios para exponer con fluidez un tema.

CUALIDADES FISICAS

No basta ser elocuente para persuadir, ni las cualidades morales son suficientes para convencer; a veces la buena presentación es de un gran valor como complemento en el aspecto integral del orador. El orador ha de estar dotado de un timbre de voz sonora, lo cual produce un buen efecto. Los oradores que declaman tendrán siempre atento a su auditorio.

“EL ORADOR Y SUS CUALIDADES” SECCION 432

EL ORADOR Y SUS CUALIDADES

En este tema el autor nos habla que todos los hombres tenemos en mayor o menor grado la facultad de persuadir, y sin embargo, no todos somos elocuentes. Se llama elocuente a la persona que al hablar tiene la facultad de deleitar y persuadir usando la palabra elegante, eficaz y persuasiva. Indudablemente hay personas que nacieron con el don, pero no lograron desarrollarlo porque les faltó cultivar esa cualidad al estudiar las reglas de oratoria. No es un buen orador el que teniendo dotes naturales maravillosas no sabe aplicar las reglas de oratoria, son buenas esas dotes pero perfeccionadas con el estudio de la retórica son mejores.

Un buen orador es el hombre naturalmente elocuente que ha perfeccionado esas dotes con el estudio y el ejercicio. Es conveniente tratar acerca de las cualidades que son útiles y necesarias en el desempeño de tan privilegiada actividad.

Las palabras bien pronunciadas, el gesto metódicamente estudiado, el ademán perfectamente calculado, la entonación, las pausas y la dicción rítmicamente balanceadas causan mejor impresión que las palabras balbuceadas las poses desaliñadas y una voz sin ritmo y sin gracia.

Una regla muy valiosa para practicar la oratoria, es pronunciar un trozo literario compuesto por uno mismo. También es muy práctico proponerse un plan sencillo acerca de un tema; se divide en tres puntos o más, se desarrolla cada uno de ellos y se unen del otro, para concluir con una proposición que ha de ser la tesis del discurso; este trabajo es parecido al de la investigación.

La investigación consiste en aplicar la inteligencia a la compresión de una exacta realidad, penetrando y arrancando su secreto. El tema escogido distribuido en puntos se plantea en un esquema para que su concreción sea más fácil, y al mismo tiempo ver que el segundo punto en consecuencia del primero y ala vez el tercero dimane del segundo, para que al final la conclusión sea el resultado lógico de los puntos anteriores.

ACTITUDES DEL ORADOR

Todo esto a que el orador ha de adoptar ciertas actitudes que le son necesarias para cumplir con su función social se debe ejercer en bien de la comunidad.

El orador, por simple hecho de pronunciar un discurso en el que desarrolla un tema, está ejerciendo la nobilísima profesión de instruir. La función social de todo comunicador docente es instruir pronunciando discursos didácticos. El verdadero orador se dirige a un auditorio heterogéneo, no solo a un grupo de personas que pertenecen a un mismo nivel, sino que está capacitado para hablar a un grupo complejo de perosnas de distinta índole; hombres, mujeres, jóvenes, estudiantes, obreros, empleados, profesionales, ricos, pobres, políticos, burgueses, burócratas o aristócratas. Un orador que escogiera su público o su auditorio no sería un auténtico orador.

CUALIDADES MORALES

De las cualidades que mejor cuadran al orador, está la probidad. Hombre probo no solo el que goza buena fama, sino que además no tiene maldad de que lo acusen es un hombre íntegro. Marco Fabio Quintilliano en su obra Instituciones Oratorias sienta como base de la oratoria formar al hombre probo y hacerlo diestro en el arte de hablar.

El orador debe proceder, por consiguiente, con la verdad para no defraudar a su auditorio, ya que la primera virtud del orador es veraz. Si la pieza oratoria trata un tema científico, debe prevalecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón debe enaltecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón, debe enaltecer la virtud de la que debe tener claros conceptos.

Dadas las circunstancias actuales en que se encuentra el mundo, cualquiera pensaría que nadie tiene deseos de ser bueno, y no es así, en medio de sus flaquezas humanas. Si el orador se acomoda al auditorio cosecha muy buenos resultados; para contrarrestar al vicio. La virtud no es innata, se adquiere mediante el ejercicio serio y duradero de acciones buenas. La virtud es permanente, pero si se le frena, entonces se corre el riesgo de caer en lo opuesto, el vicio. Las virtudes se dividen en dos clases: Virtudes del entendimiento y Virtudes de la voluntad.

VIRTUDES DEL ENTENDIMIENTO O DIANETICAS

Perfeccionan al hombre en relación con el conocimiento de la verdad. Respecto a la verdad especulativa las virtudes del entendimiento son: la inteligencia o habilidad para juzgar; la sabiduría o capacidad para alcanzar hasta los últimos fundamentos de la verdad.

VIRTUDES DE LA VOLUNTAD

Entre éstas se destaca la prudencia, que en la disposición y el ánimo resuelto con que se debe de actuar para resolver con rectitud los casos más difíciles. Las virtudes intelectuales por si solas, no hacen al hombre moralmente bueno, a excepción de la prudencia.

La esencia de las virtudes morales de la voluntad consiste en una disposición permanente y firme de la voluntad para seguir lo que la razón le presente como justo. La virtud en sentido estricto confiere al hombre bondad moral y perfección. Las virtudes de la voluntad están íntimamente entrelazadas entre sí y forman un conjunto cerrado. La virtud no significa carencia de pasiones, pues éstas no le son contrarias si la prudencia las mantiene dentro de los límites pertinentes y las coloca en un lugar justo.

CUALIDADES INTELECTUALES

El orador ha de poseer una inteligencia clara y penetrante para ahondar en los asuntos trascendentales; su agudeza de ingenio le permite ver en visión panorámica todos los aspectos de un tema para poder desarrollarlos en toda su amplitud para que cuantas veces se le solicite la aclaración de una duda pueda hacerlo con erudición y clarividencia. Ayuda mucho al orador tener imaginación para encarar con imágenes sensibles ideas totalmente abstractas; es pintar con pinceladas magistrales conceptos espirituales propio de un maestro, lo cual no es fácil, pues requiere una destreza intelectual extraordinaria, capacidad de retención para recordad todos los datos que son necesarios para exponer con fluidez un tema.

CUALIDADES FISICAS

No basta ser elocuente para persuadir, ni las cualidades morales son suficientes para convencer; a veces la buena presentación es de un gran valor como complemento en el aspecto integral del orador. El orador ha de estar dotado de un timbre de voz sonora, lo cual produce un buen efecto. Los oradores que declaman tendrán siempre atento a su auditorio.

“EL ORADOR Y SUS CUALIDADES” SECCION 122

EL ORADOR Y SUS CUALIDADES

En este tema el autor nos habla que todos los hombres tenemos en mayor o menor grado la facultad de persuadir, y sin embargo, no todos somos elocuentes. Se llama elocuente a la persona que al hablar tiene la facultad de deleitar y persuadir usando la palabra elegante, eficaz y persuasiva. Indudablemente hay personas que nacieron con el don, pero no lograron desarrollarlo porque les faltó cultivar esa cualidad al estudiar las reglas de oratoria. No es un buen orador el que teniendo dotes naturales maravillosas no sabe aplicar las reglas de oratoria, son buenas esas dotes pero perfeccionadas con el estudio de la retórica son mejores.

Un buen orador es el hombre naturalmente elocuente que ha perfeccionado esas dotes con el estudio y el ejercicio. Es conveniente tratar acerca de las cualidades que son útiles y necesarias en el desempeño de tan privilegiada actividad.

Las palabras bien pronunciadas, el gesto metódicamente estudiado, el ademán perfectamente calculado, la entonación, las pausas y la dicción rítmicamente balanceadas causan mejor impresión que las palabras balbuceadas las poses desaliñadas y una voz sin ritmo y sin gracia.

Una regla muy valiosa para practicar la oratoria, es pronunciar un trozo literario compuesto por uno mismo. También es muy práctico proponerse un plan sencillo acerca de un tema; se divide en tres puntos o más, se desarrolla cada uno de ellos y se unen del otro, para concluir con una proposición que ha de ser la tesis del discurso; este trabajo es parecido al de la investigación.

La investigación consiste en aplicar la inteligencia a la compresión de una exacta realidad, penetrando y arrancando su secreto. El tema escogido distribuido en puntos se plantea en un esquema para que su concreción sea más fácil, y al mismo tiempo ver que el segundo punto en consecuencia del primero y ala vez el tercero dimane del segundo, para que al final la conclusión sea el resultado lógico de los puntos anteriores.

ACTITUDES DEL ORADOR

Todo esto a que el orador ha de adoptar ciertas actitudes que le son necesarias para cumplir con su función social se debe ejercer en bien de la comunidad.

El orador, por simple hecho de pronunciar un discurso en el que desarrolla un tema, está ejerciendo la nobilísima profesión de instruir. La función social de todo comunicador docente es instruir pronunciando discursos didácticos. El verdadero orador se dirige a un auditorio heterogéneo, no solo a un grupo de personas que pertenecen a un mismo nivel, sino que está capacitado para hablar a un grupo complejo de perosnas de distinta índole; hombres, mujeres, jóvenes, estudiantes, obreros, empleados, profesionales, ricos, pobres, políticos, burgueses, burócratas o aristócratas. Un orador que escogiera su público o su auditorio no sería un auténtico orador.

CUALIDADES MORALES

De las cualidades que mejor cuadran al orador, está la probidad. Hombre probo no solo el que goza buena fama, sino que además no tiene maldad de que lo acusen es un hombre íntegro. Marco Fabio Quintilliano en su obra Instituciones Oratorias sienta como base de la oratoria formar al hombre probo y hacerlo diestro en el arte de hablar.

El orador debe proceder, por consiguiente, con la verdad para no defraudar a su auditorio, ya que la primera virtud del orador es veraz. Si la pieza oratoria trata un tema científico, debe prevalecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón debe enaltecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón, debe enaltecer la virtud de la que debe tener claros conceptos.

Dadas las circunstancias actuales en que se encuentra el mundo, cualquiera pensaría que nadie tiene deseos de ser bueno, y no es así, en medio de sus flaquezas humanas. Si el orador se acomoda al auditorio cosecha muy buenos resultados; para contrarrestar al vicio. La virtud no es innata, se adquiere mediante el ejercicio serio y duradero de acciones buenas. La virtud es permanente, pero si se le frena, entonces se corre el riesgo de caer en lo opuesto, el vicio. Las virtudes se dividen en dos clases: Virtudes del entendimiento y Virtudes de la voluntad.

VIRTUDES DEL ENTENDIMIENTO O DIANETICAS

Perfeccionan al hombre en relación con el conocimiento de la verdad. Respecto a la verdad especulativa las virtudes del entendimiento son: la inteligencia o habilidad para juzgar; la sabiduría o capacidad para alcanzar hasta los últimos fundamentos de la verdad.

VIRTUDES DE LA VOLUNTAD

Entre éstas se destaca la prudencia, que en la disposición y el ánimo resuelto con que se debe de actuar para resolver con rectitud los casos más difíciles. Las virtudes intelectuales por si solas, no hacen al hombre moralmente bueno, a excepción de la prudencia.

La esencia de las virtudes morales de la voluntad consiste en una disposición permanente y firme de la voluntad para seguir lo que la razón le presente como justo. La virtud en sentido estricto confiere al hombre bondad moral y perfección. Las virtudes de la voluntad están íntimamente entrelazadas entre sí y forman un conjunto cerrado. La virtud no significa carencia de pasiones, pues éstas no le son contrarias si la prudencia las mantiene dentro de los límites pertinentes y las coloca en un lugar justo.

CUALIDADES INTELECTUALES

El orador ha de poseer una inteligencia clara y penetrante para ahondar en los asuntos trascendentales; su agudeza de ingenio le permite ver en visión panorámica todos los aspectos de un tema para poder desarrollarlos en toda su amplitud para que cuantas veces se le solicite la aclaración de una duda pueda hacerlo con erudición y clarividencia. Ayuda mucho al orador tener imaginación para encarar con imágenes sensibles ideas totalmente abstractas; es pintar con pinceladas magistrales conceptos espirituales propio de un maestro, lo cual no es fácil, pues requiere una destreza intelectual extraordinaria, capacidad de retención para recordad todos los datos que son necesarios para exponer con fluidez un tema.

CUALIDADES FISICAS

No basta ser elocuente para persuadir, ni las cualidades morales son suficientes para convencer; a veces la buena presentación es de un gran valor como complemento en el aspecto integral del orador. El orador ha de estar dotado de un timbre de voz sonora, lo cual produce un buen efecto. Los oradores que declaman tendrán siempre atento a su auditorio.

sábado, 5 de diciembre de 2009

“EL ORADOR Y SUS CUALIDADES” PARTE I

EL ORADOR Y SUS CUALIDADES
En esta primera entrega el autor nos habla que todos los hombres y mujeres tenemos en mayor o menor grado la facultad de persuadir, y sin embargo, no todos somos elocuentes. Se llama elocuente a la persona que al hablar tiene la facultad de deleitar y persuadir usando la palabra elegante, eficaz y persuasiva. Indudablemente hay personas que nacieron con el don, pero no lograron desarrollarlo porque les faltó cultivar esa cualidad al estudiar las reglas de oratoria. No es un buen orador el que teniendo dotes naturales maravillosas no sabe aplicar las reglas de oratoria, son buenas esas dotes pero perfeccionadas con el estudio de la retórica son mejores.
Un buen orador es el hombre naturalmente elocuente que ha perfeccionado esas dotes con el estudio y el ejercicio. Es conveniente tratar acerca de las cualidades que son útiles y necesarias en el desempeño de tan privilegiada actividad.
Las palabras bien pronunciadas, el gesto metódicamente estudiado, el ademán perfectamente calculado, la entonación, las pausas y la dicción rítmicamente balanceadas causan mejor impresión que las palabras balbuceadas las poses desaliñadas y una voz sin ritmo y sin gracia.
Una regla muy valiosa para practicar la oratoria, es pronunciar un trozo literario compuesto por uno mismo. También es muy práctico proponerse un plan sencillo acerca de un tema; se divide en tres puntos o más, se desarrolla cada uno de ellos y se unen del otro, para concluir con una proposición que ha de ser la tesis del discurso; este trabajo es parecido al de la investigación.
La investigación consiste en aplicar la inteligencia a la compresión de una exacta realidad, penetrando y arrancando su secreto. El tema escogido distribuido en puntos se plantea en un esquema para que su concreción sea más fácil, y al mismo tiempo ver que el segundo punto en consecuencia del primero y ala vez el tercero dimane del segundo, para que al final la conclusión sea el resultado lógico de los puntos anteriores.

ACTITUDES DEL ORADOR

Todo esto a que el orador ha de adoptar ciertas actitudes que le son necesarias para cumplir con su función social se debe ejercer en bien de la comunidad.
El orador, por simple hecho de pronunciar un discurso en el que desarrolla un tema, está ejerciendo la nobilísima profesión de instruir. La función social de todo comunicador docente es instruir pronunciando discursos didácticos. El verdadero orador se dirige a un auditorio heterogéneo, no solo a un grupo de personas que pertenecen a un mismo nivel, sino que está capacitado para hablar a un grupo complejo de perosnas de distinta índole; hombres, mujeres, jóvenes, estudiantes, obreros, empleados, profesionales, ricos, pobres, políticos, burgueses, burócratas o aristócratas. Un orador que escogiera su público o su auditorio no sería un auténtico orador.
CUALIDADES MORALES

De las cualidades que mejor cuadran al orador, está la probidad. Hombre probo no solo el que goza buena fama, sino que además no tiene maldad de que lo acusen es un hombre íntegro. Marco Fabio Quintilliano en su obra Instituciones Oratorias sienta como base de la oratoria formar al hombre probo y hacerlo diestro en el arte de hablar.
El orador debe proceder, por consiguiente, con la verdad para no defraudar a su auditorio, ya que la primera virtud del orador es veraz. Si la pieza oratoria trata un tema científico, debe prevalecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón debe enaltecer en todo el discurso la verdad. Si el tema es moral, con mayor razón, debe enaltecer la virtud de la que debe tener claros conceptos.
Dadas las circunstancias actuales en que se encuentra el mundo, cualquiera pensaría que nadie tiene deseos de ser bueno, y no es así, en medio de sus flaquezas humanas. Si el orador se acomoda al auditorio cosecha muy buenos resultados; para contrarrestar al vicio. La virtud no es innata, se adquiere mediante el ejercicio serio y duradero de acciones buenas. La virtud es permanente, pero si se le frena, entonces se corre el riesgo de caer en lo opuesto, el vicio. Las virtudes se dividen en dos clases: Virtudes del entendimiento y Virtudes de la voluntad.

CUALIDADES INTELECTUALES

El orador ha de poseer una inteligencia clara y penetrante para ahondar en los asuntos trascendentales; su agudeza de ingenio le permite ver en visión panorámica todos los aspectos de un tema para poder desarrollarlos en toda su amplitud para que cuantas veces se le solicite la aclaración de una duda pueda hacerlo con erudición y clarividencia. Ayuda mucho al orador tener imaginación para encarar con imágenes sensibles ideas totalmente abstractas; es pintar con pinceladas magistrales conceptos espirituales propio de un maestro, lo cual no es fácil, pues requiere una destreza intelectual extraordinaria, capacidad de retención para recordad todos los datos que son necesarios para exponer con fluidez un tema.

CUALIDADES FISICAS

No basta ser elocuente para persuadir, ni las cualidades morales son suficientes para convencer; a veces la buena presentación es de un gran valor como complemento en el aspecto integral del orador. El orador ha de estar dotado de un timbre de voz sonora, lo cual produce un buen efecto. Los oradores que declaman tendrán siempre atento a su auditorio.

DIVERSAS CLASES DE ORATORIA

La oratoria es todo un arte y una de las artes liberales, llamadas así porque en ellas se pone en ejercicio la inteligencia; pues en la oratoria interviene en gran parte la inteligencia; en la que tanto el orador como el auditorio la aplican, la oratoria se divide en: oratoria sagrada, oratoria académica y oratoria social.

ORATORIA SAGRADA

Es la que usan los ministros de la iglesia católica, según el mandato que recibió la iglesia de Jesucristo su fundador.
El orador sagrado o predicador pretende convencer para convertir a la fe en Cristo a los que aún no están bautizados, para lograr su objetivo apoya su discurso en la Biblia, en el testimonio de los santos padres de la iglesia, el orador sagrado también está versado en teología, filosofía, historia de la iglesia y otras materias.
Por su estructura, la oratoria sagrada recibe el nombre de: homilía, sermones dogmáticos, sermones morales, discursos apologéticos.

ORATORIA ACADEMICA

Tiene por objeto la exposición de temas de calidad; exige en el orador un lenguaje académico. El discurso académico se distingue por la ordenación exacta de las ideas, pureza en los vocablos, elegancia y armonía en las frases. En este estilo se observan rigurosamente las normas clásicas. Esta oratoria se divide en dos clases: Oratoria literaria y oratoria científica.

ORATORIA SOCIAL

Hay momentos solemnes en la vida en que se requiere que alguien tome la palabra para sellar con un discurso un acontecimiento que será histórico.